Maldita sea. Aún recuerdo ese día como si fuera ayer. Yo, Eduardo Saverin, entrando a la sede de Facebook creyéndome el puto jefe financiero. Y saliendo... completamente destruido.
¿Sabes lo que es poner tu alma entera en algo? Yo le di todo a esa empresa: mi dinero, mis noches sin dormir, mi confianza absoluta en ese capullo de Mark. Y él... él esperó el momento perfecto para apuñalarme por la espalda.
Cuando me pasaron esos documentos, sentí que el mundo se me venía encima. Mis 1.388.334 acciones, el 34.4% de la maldita compañía que YO AYUDÉ A CONSTRUIR, reducidas a un miserable 0.03%. ¡Un robo en mi cara! Y todo orquestado mientras yo estaba ocupado consiguiendo los anunciantes que necesitábamos para sobrevivir.
La gente habla de "dilución" como si fuera un simple tecnicismo. ¡Patrañas! Esto fue un golpe calculado. Mark y sus nuevos amiguitos de Silicon Valley decidieron que ya no me necesitaban. El mismo tipo que dormía en mi sofá en Harvard, con el que compartí mi visión, mis contactos, MI DINERO... me borró como si nunca hubiera existido.
¿Y por qué? Porque no quise mudarme a California. Porque quería terminar mis estudios. Porque me preocupaba que tuviéramos un modelo de negocio sostenible mientras ellos sólo pensaban en "crecer rápido y romper cosas".
Muchos creen que la película "La Red Social" exagera, pero os juro que la realidad fue incluso peor. La sensación de traición, el shock, la humillación... no hay guion que pueda capturar eso.
Sí, eventualmente los demandé. Sí, conseguí recuperar el 7% y mi reconocimiento como cofundador. Pero nunca recuperaré lo que realmente importaba: la amistad, la confianza, el sueño compartido que construimos juntos en ese dormitorio universitario.
Esta historia debería ser una advertencia para todos los que se lanzan al mundo de las startups. Porque detrás de los unicornios y las valoraciones millonarias, hay traiciones que te marcan para siempre.
¿Quién sabe? Quizás algún día la historia se repita en el mundo cripto con alguno de vuestros proyectos favoritos. Al final, cuando hay tanto dinero en juego, descubres quién es realmente tu amigo... y quién solo te ve como un escalón para subir más alto.
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
La Traición que Nunca Olvidaré: Mi Historia con Zuckerberg
Maldita sea. Aún recuerdo ese día como si fuera ayer. Yo, Eduardo Saverin, entrando a la sede de Facebook creyéndome el puto jefe financiero. Y saliendo... completamente destruido.
¿Sabes lo que es poner tu alma entera en algo? Yo le di todo a esa empresa: mi dinero, mis noches sin dormir, mi confianza absoluta en ese capullo de Mark. Y él... él esperó el momento perfecto para apuñalarme por la espalda.
Cuando me pasaron esos documentos, sentí que el mundo se me venía encima. Mis 1.388.334 acciones, el 34.4% de la maldita compañía que YO AYUDÉ A CONSTRUIR, reducidas a un miserable 0.03%. ¡Un robo en mi cara! Y todo orquestado mientras yo estaba ocupado consiguiendo los anunciantes que necesitábamos para sobrevivir.
La gente habla de "dilución" como si fuera un simple tecnicismo. ¡Patrañas! Esto fue un golpe calculado. Mark y sus nuevos amiguitos de Silicon Valley decidieron que ya no me necesitaban. El mismo tipo que dormía en mi sofá en Harvard, con el que compartí mi visión, mis contactos, MI DINERO... me borró como si nunca hubiera existido.
¿Y por qué? Porque no quise mudarme a California. Porque quería terminar mis estudios. Porque me preocupaba que tuviéramos un modelo de negocio sostenible mientras ellos sólo pensaban en "crecer rápido y romper cosas".
Muchos creen que la película "La Red Social" exagera, pero os juro que la realidad fue incluso peor. La sensación de traición, el shock, la humillación... no hay guion que pueda capturar eso.
Sí, eventualmente los demandé. Sí, conseguí recuperar el 7% y mi reconocimiento como cofundador. Pero nunca recuperaré lo que realmente importaba: la amistad, la confianza, el sueño compartido que construimos juntos en ese dormitorio universitario.
Esta historia debería ser una advertencia para todos los que se lanzan al mundo de las startups. Porque detrás de los unicornios y las valoraciones millonarias, hay traiciones que te marcan para siempre.
¿Quién sabe? Quizás algún día la historia se repita en el mundo cripto con alguno de vuestros proyectos favoritos. Al final, cuando hay tanto dinero en juego, descubres quién es realmente tu amigo... y quién solo te ve como un escalón para subir más alto.