La confianza del consumidor se encuentra en niveles cercanos a mínimos históricos en este momento. La gente está realmente asustada por la posibilidad de que una situación de cierre prolongado se extienda.

La ansiedad no solo se trata de las interrupciones inmediatas, sino también de la incertidumbre en cuanto a la duración, lo cual está afectando la percepción. Cuando los consumidores no pueden ver una fecha de finalización clara, el gasto se congela y la apetencia por el riesgo desaparece. Hemos visto este patrón antes, pero la intensidad en esta ocasión parece diferente.

Lo que hace esto particularmente preocupante es lo rápido que se deterioró la percepción. Los mercados odian más la incertidumbre que las malas noticias, y en este momento estamos nadando en ambas. El impacto psicológico de los cierres prolongados tiende a durar más que los eventos en sí, lo que podría significar que el comportamiento del consumidor permanezca a la defensiva incluso después de que las situaciones se normalicen.

Es importante observar cómo esto se refleja en los mercados de activos y en las decisiones de inversión en el futuro. Los consumidores asustados generalmente significan una posición defensiva en todos los ámbitos.