La caída de la Rupia India contra el Dólar ha sido brutal. Desde 2009, el INR ha perdido un 46% de su poder adquisitivo frente al USD, una erosión constante e implacable que ha transformado los flujos de capital transfronterizos y las estrategias de ahorro en todo el sur de Asia.

Esto no es un simple desplome repentino. Es una hemorragia de quince años. Lo que costaba ₹45 en 2009 ahora requiere más de ₹83. Para los exportadores, quizás una brisa favorable. Para quienes poseen activos denominados en rupias, ¿una transferencia de riqueza en cámara lenta?

Esa caída del 46% no es solo un número. Es inflación acumulada, facturas de importación que se inflan y un recordatorio de por qué los activos tangibles—y cada vez más, las alternativas digitales sin fronteras—siguen ganando terreno cuando la confianza en las monedas fiduciarias vacila.