Recientemente vi un caso mágico: un jefe de una banda china en Japón fue condenado a 13 años por robar Bitcoin.

La situación es la siguiente: A finales de 2022, alguien pagó para contratar a Nakao y su grupo para que encontraran a un chino X. Esta persona está acusada de fraude y ha utilizado criptomonedas para transferir fondos, se estima que se ha escapado a Japón. Los subordinados de Nakao buscaron la ayuda de Wang Nan para localizar a esta persona.

Una vez confirmados los objetivos, el empleador entregó un depósito de 5 millones de yenes (aproximadamente 250,000 yuanes), y luego este grupo comenzó a actuar. No se han revelado todos los detalles de cómo se realizó el robo, pero al final, el asunto fue descubierto y Nakao, como líder, recibió una condena de 13 años de prisión.

Hablando con sinceridad, las criptomonedas, debido a su anonimato y la conveniencia de las transferencias transfronterizas, realmente son susceptibles de ser vigiladas. Pero contratar a un sicario para robar moneda es una operación con un riesgo absurdo, que al final deja tanto a la persona como a su dinero en la nada. Este caso también debería ser un aviso para la gente del sector: por mucho que valga la moneda, la vida es más importante.