Irán acaba de desmantelar 104 granjas ilegales de Bitcoin solo en Teherán, confiscando entre 1,400 y 1,465 equipos de minería en una sola operación. Pero aquí está el verdadero problema: el 95% de los ~427,000 mineros activos del país están operando sin licencias, y están consumiendo colectivamente más de 1,400 megavatios de energía 24/7.
La Tormenta Perfecta
¿Por qué Irán se está convirtiendo en el Lejano Oeste de la minería de Bitcoin? Tres palabras: electricidad extremadamente barata. Los precios de la energía subsidiados—intencionalmente mantenidos muy por debajo de las tarifas de mercado—hacen que la minería sea absurdamente rentable incluso cuando las máquinas funcionan a toda capacidad. Añade a esto las sanciones internacionales que cortan los canales bancarios tradicionales, y de repente Bitcoin parece ser la única forma de mover valor a través de las fronteras.
¿El resultado? Los mineros se están volviendo creativos. Algunas operaciones se esconden dentro de fábricas, otras falsifican medidores industriales para acceder a líneas eléctricas destinadas a la industria pesada. Los ejecutivos de la compañía eléctrica lo llamaron literalmente un “paraíso para mineros ilegales”, lo cual probablemente no es la flexibilidad de relaciones públicas que estaban buscando.
El juego del gato y el ratón que nadie está ganando
Aquí está el truco: la aplicación de la ley es inconsistente. Las represalias gubernamentales aumentan después de apagones o picos de presión en la red, no como parte de un plan sistemático. Algunas operaciones de minería parecen tener protección de puerta trasera o conexiones estatales, mientras que otras son allanadas de inmediato. Las fuentes sugieren que ciertas entidades vinculadas al estado operan a una “escala diferente”, lo que básicamente se traduce en “algunas personas no están siguiendo las mismas reglas.”
Las máquinas confiscadas se acumulan en cientos de miles cuando cuentas los totales de varios años, pero los mineros simplemente trasladan sus equipos al siguiente almacén. El hardware es portátil. Las redes de funcionarios corruptos son confiables. El juego está amañado en contra de los reguladores.
¿Qué se necesita realmente?
Los funcionarios de energía prometen “más redadas” y programas de verificación de medidores—teatro político estándar. Pero los expertos son bastante claros: a menos que Irán reajuste los precios de la electricidad a tasas de mercado y realmente haga cumplir las reglas de manera uniforme, los mineros seguirán encontrando nuevos vacíos. La estructura de incentivos está rota, y las redadas son solo un juego de golpear topos con granjas de servidores.
Esta historia importa más allá de Irán. Muestra cómo la aislamiento geopolítico, la política energética y las criptomonedas se entrelazan de maneras que la regulación tradicional no puede manejar.
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La Represión de la Minería de Bitcoin en Irán: Por qué la Electricidad Barata Crea una Pesadilla Regulatoria Imposible
Irán acaba de desmantelar 104 granjas ilegales de Bitcoin solo en Teherán, confiscando entre 1,400 y 1,465 equipos de minería en una sola operación. Pero aquí está el verdadero problema: el 95% de los ~427,000 mineros activos del país están operando sin licencias, y están consumiendo colectivamente más de 1,400 megavatios de energía 24/7.
La Tormenta Perfecta
¿Por qué Irán se está convirtiendo en el Lejano Oeste de la minería de Bitcoin? Tres palabras: electricidad extremadamente barata. Los precios de la energía subsidiados—intencionalmente mantenidos muy por debajo de las tarifas de mercado—hacen que la minería sea absurdamente rentable incluso cuando las máquinas funcionan a toda capacidad. Añade a esto las sanciones internacionales que cortan los canales bancarios tradicionales, y de repente Bitcoin parece ser la única forma de mover valor a través de las fronteras.
¿El resultado? Los mineros se están volviendo creativos. Algunas operaciones se esconden dentro de fábricas, otras falsifican medidores industriales para acceder a líneas eléctricas destinadas a la industria pesada. Los ejecutivos de la compañía eléctrica lo llamaron literalmente un “paraíso para mineros ilegales”, lo cual probablemente no es la flexibilidad de relaciones públicas que estaban buscando.
El juego del gato y el ratón que nadie está ganando
Aquí está el truco: la aplicación de la ley es inconsistente. Las represalias gubernamentales aumentan después de apagones o picos de presión en la red, no como parte de un plan sistemático. Algunas operaciones de minería parecen tener protección de puerta trasera o conexiones estatales, mientras que otras son allanadas de inmediato. Las fuentes sugieren que ciertas entidades vinculadas al estado operan a una “escala diferente”, lo que básicamente se traduce en “algunas personas no están siguiendo las mismas reglas.”
Las máquinas confiscadas se acumulan en cientos de miles cuando cuentas los totales de varios años, pero los mineros simplemente trasladan sus equipos al siguiente almacén. El hardware es portátil. Las redes de funcionarios corruptos son confiables. El juego está amañado en contra de los reguladores.
¿Qué se necesita realmente?
Los funcionarios de energía prometen “más redadas” y programas de verificación de medidores—teatro político estándar. Pero los expertos son bastante claros: a menos que Irán reajuste los precios de la electricidad a tasas de mercado y realmente haga cumplir las reglas de manera uniforme, los mineros seguirán encontrando nuevos vacíos. La estructura de incentivos está rota, y las redadas son solo un juego de golpear topos con granjas de servidores.
Esta historia importa más allá de Irán. Muestra cómo la aislamiento geopolítico, la política energética y las criptomonedas se entrelazan de maneras que la regulación tradicional no puede manejar.