La versión de prueba de la red principal de Plasma acaba de lanzarse y ya ha hecho un gran movimiento: anunció oficialmente que “más de 2.000 millones de dólares en liquidez de stablecoins están a punto de integrarse”. Tras este anuncio, a muchos se les iluminaron los ojos y pensaron que el sector de los pagos podría estar a punto de cambiar radicalmente. Sin embargo, la emoción apenas había empezado cuando la realidad les dio un golpe de realidad. ¿Convertir una cadena de un PowerPoint en una infraestructura capaz de manejar fondos de verdad? Hay que superar tres obstáculos: mercado, tecnología y regulación.

Primero veamos cómo vota el mercado con los pies. El token nativo XPL estaba ardiendo de popularidad al momento de su lanzamiento, y su capitalización de mercado se disparó. ¿El resultado? En pocos días, se desplomó más de un 80%. La comunidad estalló de inmediato y empezó a vigilar obsesivamente la distribución y el calendario de desbloqueo de los tokens. Más vergonzoso aún fueron los datos de rendimiento: la promesa de “miles de transacciones por segundo” fue desmentida por Coindesk, que midió solo 14,9 TPS reales. Así que, el sueño de una “red global de pagos con stablecoins” se convirtió en una simple cuestión de si los números cuadran o no.

Ahora bien, el proyecto no es solo humo. El equipo realmente ha trabajado el tema de la regulación: obtuvo la licencia financiera VASP en Italia y abrió una sucursal en Ámsterdam, dejando claro que quieren cumplir con el reglamento MiCA de la UE y los requisitos para instituciones de dinero electrónico. En esencia, están enviando un mensaje a las instituciones: “No somos unos improvisados, la custodia de fondos, la compensación y la liquidación, todo lo hacemos según el marco regulatorio”. En el fondo, lo que quieren demostrar es si realmente se puede conseguir eficiencia en la blockchain y cumplimiento fuera de ella, al mismo tiempo.