Algunos analistas argumentan que el dólar estadounidense solo enfrenta dos verdaderos rivales en el escenario global: el yuan chino y el euro.

Cuando se trata del yuan, la confianza sigue siendo el punto crítico. Los inversores dudan en estacionar su riqueza en un ecosistema donde los controles de capital son tan rígidos. ¿Mover dinero a través de las fronteras? Ese es un juego completamente diferente bajo la atenta mirada de Beijing.

El desafío de Europa es la fragmentación estructural. Sistemas bancarios que no se comunican entre sí, códigos fiscales que chocan, regulaciones financieras dispersas entre los estados miembros: es un desastre. Pero aquí está la cuestión: si alguna vez logran unirse y unificar esos sistemas, el dólar podría enfrentar una competencia seria por primera vez en décadas.

Hasta entonces, el dólar mantiene su trono—no porque sea perfecto, sino porque las alternativas aún no han resuelto sus propios problemas.