Está surgiendo una divergencia interesante en los datos económicos: los indicadores de sentimiento del consumidor y las cifras reales de ventas minoristas se están moviendo en direcciones opuestas. Mientras que las encuestas de confianza sugieren pesimismo, los números concretos de las transacciones minoristas cuentan una historia diferente. Esta desconexión entre cómo se siente la gente acerca de la economía y cómo están gastando realmente plantea preguntas sobre si las métricas de sentimiento tradicionales aún capturan el comportamiento real del consumidor, o si estamos presenciando un cambio fundamental en los patrones de gasto que desafía las señales económicas convencionales.
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GateUser-bd883c58
· 11-30 19:45
Gritando que no hay dinero en la boca, derrochando sin límites en las manos, esta es la verdadera representación de los consumidores actuales, ¿verdad?
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SnapshotStriker
· 11-27 21:55
¡Esta diferencia de datos es increíble! Hablan de estar pobres, pero no paran de gastar.
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4am_degen
· 11-27 21:51
Boca dice que no tiene dinero, pero en la mano sigue comprando, esta trampa la entiendo muy bien.
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TrustlessMaximalist
· 11-27 21:51
Decir que no hay dinero pero seguir comprando, esa es la realidad actual, ¿no?
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ThreeHornBlasts
· 11-27 21:35
Decir que no tengo dinero pero comprar y comprar, esta trampa la conozco bien.
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SchroedingersFrontrun
· 11-27 21:29
No se equivoca. La gente dice que no tiene dinero, pero sus manos no pueden estar quietas.
Está surgiendo una divergencia interesante en los datos económicos: los indicadores de sentimiento del consumidor y las cifras reales de ventas minoristas se están moviendo en direcciones opuestas. Mientras que las encuestas de confianza sugieren pesimismo, los números concretos de las transacciones minoristas cuentan una historia diferente. Esta desconexión entre cómo se siente la gente acerca de la economía y cómo están gastando realmente plantea preguntas sobre si las métricas de sentimiento tradicionales aún capturan el comportamiento real del consumidor, o si estamos presenciando un cambio fundamental en los patrones de gasto que desafía las señales económicas convencionales.