El fondo tokenizado de BlackRock acaba de superar los 500 millones en una de las principales plataformas de contratos inteligentes, y solo le ha llevado dos semanas. ¿Ese mismo hito? En Ethereum tardó meses.

La diferencia lo deja claro: los actores institucionales no están eligiendo bandos en los debates sobre blockchain. Buscan lo que funciona. La velocidad importa. El coste importa. La fiabilidad importa más que la ideología.

Ahora mismo, este fondo está desplegado en seis cadenas distintas, generando comisiones desde todos los rincones. El reciente aumento en la adopción demuestra que el capital no espera la aprobación de los maximalistas: sigue la infraestructura que realmente rinde.

Mientras los minoristas discuten sobre qué cadena "merece" dominar, las instituciones ya están diversificadas. No apuestan por un solo caballo. Construyen en todas las pistas que demuestran ser capaces de soportar el peso.