Estamos presenciando algo sin precedentes: la inteligencia artificial podría realmente alterar un patrón económico que se ha mantenido estable durante siglo y medio. Pero aquí está la gran pregunta que nadie está respondiendo de verdad: ¿puede este salto tecnológico producirse sin disparar la inflación?

Piénsalo. Cada gran aumento de la productividad en la historia moderna ha venido acompañado de sacrificios. ¿La revolución industrial? Una disrupción masiva. ¿La era digital? Ciclos de auge y caída. Ahora la IA promete revolucionar todo, desde las cadenas de suministro hasta el trabajo creativo, y sin embargo, se supone que debemos creer que se integrará sin desencadenar los clásicos síntomas de sobrecalentamiento.

Quizá la naturaleza deflacionaria de la tecnología haga que esta vez sea realmente diferente. O quizá estamos subestimando lo rápido que una enorme inversión de capital en infraestructuras de IA podría tensionar los recursos. ¿Tú qué opinas: transición suave o tormenta en ciernes?