Se prevé que en 2026, el volumen de transacciones de stablecoins supere el tamaño del sistema de compensación ACH de Estados Unidos. Esta predicción se basa en varias tendencias: un marco regulatorio cada vez más transparente, la entrada de grandes instituciones y la expansión constante de los escenarios de pago. En pocas palabras, los pagos en cadena que antes eran cosa del mundo cripto, están evolucionando hacia una verdadera herramienta de circulación de fondos transfronterizos.

La pregunta clave es: ¿qué es lo que realmente preocupa a los usuarios? En realidad, son dos cosas: la eficiencia en la entrada y salida de moneda fiduciaria y la conveniencia en el intercambio. Una vez que el volumen de pagos con stablecoins aumente, la demanda de optimización en estos dos aspectos se disparará. Actualmente, ya existen plataformas que permiten cambiar USDT directamente por dólares, euros, dólares de Hong Kong, dólares de Singapur y más de 30 monedas fiduciarias, haciendo todo el proceso más rápido y seguro. Este modelo es especialmente adecuado para escenarios de remesas internacionales: las instituciones regulatorias lo gestionan, y los usuarios no tienen que preocuparse por riesgos de fondos.

Desde otra perspectiva, todos estos cambios apuntan en la misma dirección: el flujo de fondos en cadena está convirtiéndose en una infraestructura real y usable, y no en una mera especulación conceptual.