Ver a alguien preguntarme por qué no compré oro, mi respuesta es muy sencilla: el rendimiento no es lo suficientemente atractivo.

Comparando los datos se puede ver claramente. Desde 2023 hasta 2024, el rendimiento anualizado del oro en realidad no es tan bueno como el de las acciones estadounidenses. Esto refleja un principio de inversión muy importante: al elegir productos, no solo hay que fijarse en cuánto han subido este año, sino mirar hacia atrás.

Mi método es así: cualquier decisión de inversión debe basarse en el rendimiento de los últimos 5 o incluso 10 años. ¿Por qué? Porque los datos históricos pueden ayudarte a predecir la tendencia general futura. Si un producto ha mantenido un buen crecimiento durante los últimos 10 años, probablemente el próximo año no será muy diferente. Por otro lado, si algo solo ha subido de repente este año, entrar en ello es simplemente apostar a que seguirá subiendo, lo cual es pura especulación.

El rendimiento a largo plazo del oro está ahí, y en general, su rentabilidad siempre ha sido mediocre. Este año ha subido mucho, pero eso precisamente es una señal de riesgo—fácil de quedar atrapado. Mi enfoque de inversión es muy claro: priorizar la rentabilidad estable en acciones estadounidenses, y luego asignar una parte en BTC para diversificar la cartera. Poner el foco en el oro, en cambio, sería un poco invertir en las cosas al revés.