Recientemente, Hong Kong ha sido escenario de un caso de robo de electricidad de naturaleza única, cuyas técnicas y lugares de comisión resultaron impredecibles. La policía de Hong Kong tomó medidas y logró detener a dos técnicos masculinos. Se les acusa de aprovechar su posición para instalar ilegalmente equipos de minería de criptomonedas en residencias de cuidado que brindan servicios a personas con discapacidad, y de robar electricidad para mantener los dispositivos en funcionamiento las 24 horas del día, buscando beneficios personales. Este caso no solo revela nuevos problemas surgidos en la regulación de las actividades de minería de criptomonedas, sino que también suena la alarma sobre la seguridad interna y la gestión en diversas instituciones sociales.
Resumen del caso
Según el Grupo de Investigación en Delitos Tecnológicos y Financieros de la Comisaría de Sham Shui Po, la revelación de este caso se debió a una anomalía en la red de una de las residencias de cuidado. Mientras investigaban las causas de la ralentización repetida de la velocidad de la red, los técnicos descubrieron accidentalmente en el falso techo del despacho un lote de dispositivos electrónicos no autorizados. Este hallazgo alertó inmediatamente a la institución, que llamó a la policía.
Tras la intervención policial y la investigación, se siguió la pista y se descubrieron dispositivos similares en otra residencia de cuidado ubicada en Sau Mau Ping. Tras una investigación exhaustiva, la policía confirmó que todos estos dispositivos eran mineros profesionales de criptomonedas. En total, ambas residencias tenían instaladas ocho unidades, cuidadosamente ocultas en el espacio superior del falso techo suspendido, difícil de detectar sin una inspección minuciosa.
Estos mineros estaban configurados para operar las 24 horas, y su enorme consumo eléctrico provocó un aumento anormal en las facturas de electricidad de ambas residencias. Según estimaciones preliminares, estos mineros ilegales generaban un gasto adicional de aproximadamente 9000 HKD (unos 1153 USD) mensuales en electricidad, dinero que originalmente se destinaba a la atención de personas con discapacidad, pero que sin saberlo se utilizaba para actividades de minería ilegal.
La policía identificó rápidamente a los dos sospechosos y los detuvo con éxito en Mong Kok y Sham Shui Po. Ambos hombres tienen 32 y 33 años, respectivamente, y son técnicos que previamente realizaron trabajos de remodelación en esas residencias. La policía los acusa de aprovechar la facilidad de acceder a las instalaciones durante su trabajo para llevar a cabo en secreto esta “minería parasitaria”. Actualmente, los investigadores consideran que esto fue un acto personal de los sospechosos, sin implicación de una organización criminal más grande. Según la Ley de Robo de Hong Kong, el uso ilegal de electricidad se define como “robo de electricidad”, y si se les condena, la pena máxima puede ser de cinco años de prisión.
El inspector Wu Tze-yung, responsable del caso en la Comisaría de Sham Shui Po, emitió un aviso especial a las instituciones sociales y al público. Instó a las empresas y organizaciones a mantener una supervisión estrecha de los contratistas y sus trabajadores durante las obras de remodelación o reparación, y a realizar inspecciones exhaustivas tras la finalización de los trabajos. Además, recomendó a todos estar atentos a las facturas mensuales de electricidad y al uso de la red; si se detectan aumentos inexplicables o anomalías, se debe investigar de inmediato y, si es necesario, solicitar ayuda policial. El inspector Wu enfatizó: “Estos dispositivos ocultos pueden funcionar durante meses sin ser detectados, causando pérdidas económicas continuas y potenciales riesgos de seguridad.”
Este caso también ha llamado la atención de la industria de las criptomonedas. El director de minería de la reconocida empresa Compass Mining, Shanon Squires, expresó su condena en una entrevista. Aclaró: “Este tipo de comportamiento es esencialmente ‘robo de electricidad’, una forma grave de infracción. Va en contra de los principios fundamentales que muchos partidarios de Bitcoin defienden, como respetar la propiedad privada y no dañar a otros. Robar electricidad es apropiarse de la propiedad de otra persona sin permiso y hacer que ellos paguen la factura, lo cual sin duda es dañino.”
Squires también hizo una observación técnica interesante. Señaló que los dispositivos involucrados mostrados por la policía “parecen no ser mineros de Bitcoin”. Especuló que podría tratarse de una actividad de minería de altcoins (criptomonedas alternativas). Explicó: “En actividades de minería ilegal a pequeña escala, es más común minar altcoins que Bitcoin, a menos que se trate de un grupo muy grande.” Esto refleja que, a medida que aumentan las variedades de criptomonedas, los objetivos de minería ilegal también se diversifican.
La punta del iceberg
Este caso en Hong Kong no es un caso aislado; en realidad, es un reflejo de un problema global cada vez más grave de minería ilegal. La minería de criptomonedas, especialmente aquellas basadas en el mecanismo de “Prueba de Trabajo” (Proof-of-Work), consiste en realizar cálculos intensivos de hash para obtener derechos de registro y nuevas monedas. Este proceso requiere un consumo energético asombroso.
Según datos de Digiconomist, la huella de carbono anual generada solo por la red de Bitcoin supera las 10500 millones de toneladas de CO2, equivalente a las emisiones anuales de Bélgica; su consumo eléctrico es comparable al de Tailandia; y su uso de agua dulce equivale a la demanda total de Suiza. Estos costos energéticos tan elevados llevan a algunos delincuentes a ver el robo de electricidad como una “solución rápida”.
Casos similares en todo el mundo:
En Tailandia, a principios de este año, la policía allanó tres casas abandonadas en la provincia de Pathum Thani, donde confiscaron 63 mineros conectados ilegalmente a postes de electricidad públicos. En el Reino Unido, en Bradford, los policías descubrieron un gran centro de minería ilegal dependiente de electricidad robada. En Asia Central, el robo de energía es aún más frecuente. El fiscal general de Tayikistán informó que solo en la primera mitad de 2025, las actividades ilegales de minería robaron electricidad por valor de más de 3.5 millones de dólares. En Kazajistán, las autoridades detectaron una granja minera ilegal con un consumo eléctrico suficiente para abastecer a una ciudad de 70,000 habitantes.
Estos casos revelan una realidad inquietante: bajo la presión de los altos costos energéticos y las potenciales ganancias de las criptomonedas, el robo de electricidad se ha convertido en una tendencia criminal global. No solo causa pérdidas económicas directas a las compañías eléctricas y a los usuarios inocentes, sino que también pone en riesgo la estabilidad de la red eléctrica y la seguridad pública. Los mineros ilegales escondidos en techos, sótanos o edificios abandonados, a menudo carecen de medidas profesionales de refrigeración y protección contra incendios, lo que aumenta el riesgo de incendios por sobrecalentamiento.
Conclusión
Este caso en las residencias de cuidado en Hong Kong muestra de manera extrema el lado oscuro de la minería de criptomonedas. Nos recuerda que el avance tecnológico suele ir acompañado de nuevos desafíos éticos y legales. Para las instituciones, fortalecer la supervisión interna y las medidas de seguridad es urgente; para los reguladores, cómo combatir eficazmente estos nuevos delitos y guiar a la industria hacia un desarrollo más sostenible es una cuestión prioritaria. Y para toda la sociedad, este caso nos invita a reflexionar más profundamente: en la búsqueda de riqueza digital, ¿cómo podemos mantener los límites de la ley, la ética y la seguridad?
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Dos hombres arrestados por la policía de Hong Kong por minar criptomonedas en un hogar de cuidado
Recientemente, Hong Kong ha sido escenario de un caso de robo de electricidad de naturaleza única, cuyas técnicas y lugares de comisión resultaron impredecibles. La policía de Hong Kong tomó medidas y logró detener a dos técnicos masculinos. Se les acusa de aprovechar su posición para instalar ilegalmente equipos de minería de criptomonedas en residencias de cuidado que brindan servicios a personas con discapacidad, y de robar electricidad para mantener los dispositivos en funcionamiento las 24 horas del día, buscando beneficios personales. Este caso no solo revela nuevos problemas surgidos en la regulación de las actividades de minería de criptomonedas, sino que también suena la alarma sobre la seguridad interna y la gestión en diversas instituciones sociales.
Resumen del caso
Según el Grupo de Investigación en Delitos Tecnológicos y Financieros de la Comisaría de Sham Shui Po, la revelación de este caso se debió a una anomalía en la red de una de las residencias de cuidado. Mientras investigaban las causas de la ralentización repetida de la velocidad de la red, los técnicos descubrieron accidentalmente en el falso techo del despacho un lote de dispositivos electrónicos no autorizados. Este hallazgo alertó inmediatamente a la institución, que llamó a la policía.
Tras la intervención policial y la investigación, se siguió la pista y se descubrieron dispositivos similares en otra residencia de cuidado ubicada en Sau Mau Ping. Tras una investigación exhaustiva, la policía confirmó que todos estos dispositivos eran mineros profesionales de criptomonedas. En total, ambas residencias tenían instaladas ocho unidades, cuidadosamente ocultas en el espacio superior del falso techo suspendido, difícil de detectar sin una inspección minuciosa.
Estos mineros estaban configurados para operar las 24 horas, y su enorme consumo eléctrico provocó un aumento anormal en las facturas de electricidad de ambas residencias. Según estimaciones preliminares, estos mineros ilegales generaban un gasto adicional de aproximadamente 9000 HKD (unos 1153 USD) mensuales en electricidad, dinero que originalmente se destinaba a la atención de personas con discapacidad, pero que sin saberlo se utilizaba para actividades de minería ilegal.
La policía identificó rápidamente a los dos sospechosos y los detuvo con éxito en Mong Kok y Sham Shui Po. Ambos hombres tienen 32 y 33 años, respectivamente, y son técnicos que previamente realizaron trabajos de remodelación en esas residencias. La policía los acusa de aprovechar la facilidad de acceder a las instalaciones durante su trabajo para llevar a cabo en secreto esta “minería parasitaria”. Actualmente, los investigadores consideran que esto fue un acto personal de los sospechosos, sin implicación de una organización criminal más grande. Según la Ley de Robo de Hong Kong, el uso ilegal de electricidad se define como “robo de electricidad”, y si se les condena, la pena máxima puede ser de cinco años de prisión.
El inspector Wu Tze-yung, responsable del caso en la Comisaría de Sham Shui Po, emitió un aviso especial a las instituciones sociales y al público. Instó a las empresas y organizaciones a mantener una supervisión estrecha de los contratistas y sus trabajadores durante las obras de remodelación o reparación, y a realizar inspecciones exhaustivas tras la finalización de los trabajos. Además, recomendó a todos estar atentos a las facturas mensuales de electricidad y al uso de la red; si se detectan aumentos inexplicables o anomalías, se debe investigar de inmediato y, si es necesario, solicitar ayuda policial. El inspector Wu enfatizó: “Estos dispositivos ocultos pueden funcionar durante meses sin ser detectados, causando pérdidas económicas continuas y potenciales riesgos de seguridad.”
Este caso también ha llamado la atención de la industria de las criptomonedas. El director de minería de la reconocida empresa Compass Mining, Shanon Squires, expresó su condena en una entrevista. Aclaró: “Este tipo de comportamiento es esencialmente ‘robo de electricidad’, una forma grave de infracción. Va en contra de los principios fundamentales que muchos partidarios de Bitcoin defienden, como respetar la propiedad privada y no dañar a otros. Robar electricidad es apropiarse de la propiedad de otra persona sin permiso y hacer que ellos paguen la factura, lo cual sin duda es dañino.”
Squires también hizo una observación técnica interesante. Señaló que los dispositivos involucrados mostrados por la policía “parecen no ser mineros de Bitcoin”. Especuló que podría tratarse de una actividad de minería de altcoins (criptomonedas alternativas). Explicó: “En actividades de minería ilegal a pequeña escala, es más común minar altcoins que Bitcoin, a menos que se trate de un grupo muy grande.” Esto refleja que, a medida que aumentan las variedades de criptomonedas, los objetivos de minería ilegal también se diversifican.
La punta del iceberg
Este caso en Hong Kong no es un caso aislado; en realidad, es un reflejo de un problema global cada vez más grave de minería ilegal. La minería de criptomonedas, especialmente aquellas basadas en el mecanismo de “Prueba de Trabajo” (Proof-of-Work), consiste en realizar cálculos intensivos de hash para obtener derechos de registro y nuevas monedas. Este proceso requiere un consumo energético asombroso.
Según datos de Digiconomist, la huella de carbono anual generada solo por la red de Bitcoin supera las 10500 millones de toneladas de CO2, equivalente a las emisiones anuales de Bélgica; su consumo eléctrico es comparable al de Tailandia; y su uso de agua dulce equivale a la demanda total de Suiza. Estos costos energéticos tan elevados llevan a algunos delincuentes a ver el robo de electricidad como una “solución rápida”.
Casos similares en todo el mundo: En Tailandia, a principios de este año, la policía allanó tres casas abandonadas en la provincia de Pathum Thani, donde confiscaron 63 mineros conectados ilegalmente a postes de electricidad públicos. En el Reino Unido, en Bradford, los policías descubrieron un gran centro de minería ilegal dependiente de electricidad robada. En Asia Central, el robo de energía es aún más frecuente. El fiscal general de Tayikistán informó que solo en la primera mitad de 2025, las actividades ilegales de minería robaron electricidad por valor de más de 3.5 millones de dólares. En Kazajistán, las autoridades detectaron una granja minera ilegal con un consumo eléctrico suficiente para abastecer a una ciudad de 70,000 habitantes.
Estos casos revelan una realidad inquietante: bajo la presión de los altos costos energéticos y las potenciales ganancias de las criptomonedas, el robo de electricidad se ha convertido en una tendencia criminal global. No solo causa pérdidas económicas directas a las compañías eléctricas y a los usuarios inocentes, sino que también pone en riesgo la estabilidad de la red eléctrica y la seguridad pública. Los mineros ilegales escondidos en techos, sótanos o edificios abandonados, a menudo carecen de medidas profesionales de refrigeración y protección contra incendios, lo que aumenta el riesgo de incendios por sobrecalentamiento.
Conclusión
Este caso en las residencias de cuidado en Hong Kong muestra de manera extrema el lado oscuro de la minería de criptomonedas. Nos recuerda que el avance tecnológico suele ir acompañado de nuevos desafíos éticos y legales. Para las instituciones, fortalecer la supervisión interna y las medidas de seguridad es urgente; para los reguladores, cómo combatir eficazmente estos nuevos delitos y guiar a la industria hacia un desarrollo más sostenible es una cuestión prioritaria. Y para toda la sociedad, este caso nos invita a reflexionar más profundamente: en la búsqueda de riqueza digital, ¿cómo podemos mantener los límites de la ley, la ética y la seguridad?