Alguna vez un fundador de un proyecto conocido, que en las redes sociales se jactaba y presumía de sus logros, terminó bajando la cabeza. La sentencia del 11 de diciembre puso fin a esta historia que llevaba mucho tiempo en suspenso: fue condenado a 15 años de prisión por fraude.

Para los que están fuera del círculo, esto no es más que otra noticia financiera; pero para las víctimas directas de esa catástrofe, esta sentencia tardía despierta recuerdos de la desesperación por la evaporación instantánea de 40.000 millones de dólares en riqueza. Esos fondos que deberían haber sido para la jubilación, el pago de la hipoteca o la educación de los hijos, desaparecieron en un "truco financiero", dejando tras de sí innumerables familias y sueños rotos.

En lugar de discutir sobre complejos gráficos de velas, deberíamos entender la verdadera naturaleza de esta estafa.

**Una ilusión financiera aparentemente perfecta**

La historia comienza con una idea sumamente seductora. Los responsables del proyecto diseñaron dos personajes: uno es UST, promocionado como "la stablecoin súper que siempre equivale a 1 dólar"; y otro es Luna, que afirma poder absorber las fluctuaciones de UST y mantener la estabilidad, actuando como una "almohada de seguridad".

Toda la lógica suena impecable: cuando UST cae, se imprime Luna para sostenerlo; cuando UST sube, se destruye Luna para equilibrar. Este sistema de autorregulación fue alabado como algo extraordinario en la comunidad. Pero en esencia, es como si alguien intentara levantarse del suelo tirando de su propio cabello: simplemente, no funciona.

¿Dónde está la verdadera trampa? En el protocolo Anchor. A simple vista, parece solo una plataforma de préstamos, pero en realidad promete una tasa de rendimiento anual casi imposible de alcanzar. Cuando los responsables del proyecto usan estas cifras astronómicas para atraer fondos, nadie se pregunta lo más importante: ¿de dónde proviene ese dinero?