La única misión del ser humano: dirigirse hacia uno mismo. Todos ponemos a demasiadas personas y cosas por delante de nosotros, pero olvidamos por completo nuestros propios sentimientos. Buscar el reconocimiento de alguien es otorgarle poder, darle el derecho de juzgarte, evaluarte y controlarte desde una posición superior. Debemos ser nosotros mismos, aceptarnos completamente; solo cuando nos enfocamos en nosotros mismos, podemos volar con claridad y alegría. Poner energía en los demás, en cambio, puede volverte codicioso, obstinado y distorsionado, buscando afuera y no encontrando, buscando adentro y encontrando vida eterna. No entregues a otros la autoridad para juzgarte. Tengo el derecho de no alterar mis emociones y sentimientos, tengo el derecho de no escuchar las evaluaciones de otros, tengo el derecho de no pagar por las emociones de los demás, tengo el derecho de priorizar mi propio servicio, tengo el derecho de expresar mis gustos.