En una reunión con periodistas en la Hacienda de Lake, el presidente de Estados Unidos volvió a emitir una postura firme respecto a la cuestión del nombramiento del presidente de la Reserva Federal. Declaró abiertamente que espera que el actual presidente renuncie voluntariamente y admitió que podría tomar medidas para reemplazarlo directamente. Lo que llamó aún más la atención fue que reveló que ya ha identificado a un candidato de reemplazo y planea anunciarlo oficialmente en algún momento de enero del próximo año. Esto transmite claramente una señal: la posición del presidente actual está en grave riesgo.

El público en general considera que Kevin Hasset, director del Consejo Económico Nacional, es el candidato más probable para sucederle. Pero en la lista también figuran Kevin Woeh, exmiembro de la Junta de la Reserva Federal, Waller y Bowman, miembros actuales, así como Rick Reed, un analista de mercado senior de BlackRock. Esta competencia por el puesto ya ha entrado en su fase final.

Las diferencias políticas son la verdadera raíz del problema. La élite estadounidense ha presionado públicamente a la Reserva Federal para acelerar el ritmo de reducción de tasas con el fin de estimular el crecimiento económico. El año pasado, la Fed efectivamente realizó tres recortes de tasas, pero la señal de perspectivas para 2026 que se emitió en diciembre cambió a "posiblemente solo un recorte", en clara oposición a las expectativas de una política de flexibilización significativa. Esta desviación sustancial de las expectativas se está convirtiendo en el detonante del conflicto.

Más radical aún, el gobierno incluso está considerando presentar una demanda contra el actual presidente por "negligencia grave", alegando gastos en remodelaciones del edificio de la Reserva Federal. Esto ya ha trascendido las diferencias políticas y se ha convertido en un enfrentamiento de poder a nivel personal.

El mandato del actual presidente terminará en mayo de 2026, pero tiene la autoridad para permanecer en su cargo como miembro de la Junta hasta 2028. Si se niega a renunciar voluntariamente, la sustitución enfrentará numerosos obstáculos legales y procedimentales. Esta lucha, que afecta la dirección del mercado financiero global, ya ha entrado en una fase de máxima tensión, y su resultado final influirá directamente en el entorno de liquidez global en los próximos años, en la tendencia de los precios de los activos e incluso en el rendimiento general del mercado de criptomonedas.