Mirar los números cuenta una historia bastante clara. Si hubieras invertido $1,000 en cada activo a principios de 2025, esto sería donde estarías:

Las commodities tradicionales lograron ganancias sólidas: el oro subió a $1,650, la plata se disparó a $2,300, el cobre creció a $1,350 y el platino alcanzó los $2,300. No está mal.

¿Pero las criptomonedas? Bitcoin alcanzó $940 y Ethereum $880, junto con Solana a $650. Los retornos de 2025 parecen modestos en comparación.

Ahora retrocede a enero de 2015. La misma inversión de $1,000. Los mismos activos. Un resultado completamente diferente.

¿Bitcoin? Estarías con $285,000. ¿Ethereum? Un asombroso $4,053,000. Incluso la plata, la performer silenciosa, entregó $4,588. El crecimiento del oro palidece frente a la explosión de las criptomonedas.

El contraste es impactante. Hace una década, la adopción temprana de las criptomonedas significaba una creación de riqueza exponencial—números que superan con creces los retornos de las commodities tradicionales. El mercado actual refleja madurez: ganancias porcentuales más pequeñas, pero aún superando a los activos convencionales cuando se mira en perspectiva. La trayectoria importa más que cualquier año individual.