Hay una frase que podría actualizar tu percepción: el oro, el dólar estadounidense y Bitcoin, en definitiva, son certificados de energía.

Imagina los escenarios de pago del futuro. Tú compras una taza de café, y el cajero no te pide USDT, sino que pasa 3 kWh de tokens de energía. Esa es la moneda más sólida—la universal en el universo. Algunos llaman a esta dirección "energía basada en".

Pensándolo más allá, ¿se podría securitizar el sol? Suena loco, pero tiene lógica interna. A través de un protocolo de tokens de energía, podemos pre-vender la radiación que el sol iluminará en una determinada área durante los próximos 10 años. Esto no es solo un futuro, en esencia se está financializando la "potencia de cálculo de las estrellas". La esfera de Dyson ha aterrizado en la cadena de bloques.

Una aplicación más concreta está en las microredes. Supón que una comunidad construye su propia microred, autosuficiente, y ya no tiene que depender de la compañía eléctrica estatal. ¿Con qué se liquida el flujo de energía dentro de la comunidad? Con tokens de energía. Esto otorga a la comunidad verdadera resiliencia y autonomía. No es anarquía, sino autogobierno comunitario.

Alguien pregunta, si la fusión nuclear se realiza, y los costos de energía colapsan, ¿aún hace falta esto? Hace falta. Que la energía sea barata no es el fin, sino que intensifica la competencia por la potencia de cálculo. En ese momento, el objeto de facturación pasará de la energía en sí a la escasez de recursos de cálculo—los tokens de energía evolucionarán a tokens de potencia de cálculo.

El escenario más significativo podría estar en África. Es carísimo extender una red eléctrica en zonas remotas. Pero con infraestructura energética descentralizada y liquidación en cadena, pequeñas comunidades podrán resolver la pobreza energética. Esa es la verdadera potencia de DePIN.