Últimamente, en el mundo de las criptomonedas, las discusiones están en auge: un protocolo líder ha demandado a varios equipos de bifurcación por disputas sobre derechos de autor del código. La opinión pública se ha dividido rápidamente en dos bandos: uno que clama "el espíritu de código abierto no puede morir", y otro que dice "también hay que proteger la propiedad intelectual". Pero en el fondo, esta disputa oculta un problema aún más profundo: en el mundo de Web3, que valora la descentralización, ¿deberían los proyectos ceder poder o mantenerlo en sus manos?
Hoy, desde otra perspectiva, aquellos proyectos que manejan bien esta cuestión —como algunos protocolos de oráculos— no optan ni por un control férreo ni por una libertad total, sino que diseñan un conjunto de estrategias en torno a un objetivo final: la "credibilidad".
**La doble cara de la propiedad intelectual**
En el comercio tradicional, la propiedad intelectual suele usarse como arma ofensiva: monopolizar el mercado, crear barreras, cobrar tarifas de licencia exorbitantes. Pero en el ecosistema de Web3, que enfatiza la descentralización y la confianza neutral, esa lógica tiene problemas.
Imagina: si el algoritmo central y la marca de una red de oráculos estuvieran completamente controlados por una sola empresa, ¿qué valor tendría esa supuesta "descentralización" y "resistencia a la manipulación"? El control centralizado de la propiedad intelectual podría convertirse en el mayor punto único de fallo en todo el sistema descentralizado — y eso es irónico.
**Usar un escudo, no una lanza**
Mirando cómo manejan los proyectos líderes esta cuestión, la estrategia es clara: la primera prioridad en la protección de la propiedad intelectual es la "defensa". Específicamente, se trata de:
Prevenir el uso indebido y el fraude de la marca. Personas que suplantan, alteran productos, o incluso usan el nombre para estafar a los usuarios, deben ser detenidas. Proteger la integridad de la marca, asegurando que la información que reciben los usuarios sea precisa, clara y no haya sido manipulada.
Esto no es una forma de monopolio, sino una medida necesaria para mantener la confianza en el ecosistema. Esa es la gran diferencia.
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quietly_staking
· hace9h
¿Otra vez con este tema? En realidad, sigue siendo el viejo problema de querer y no querer al mismo tiempo.
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rekt_but_resilient
· hace9h
La defensa ≠ monopolio, esto realmente hay que aclararlo, pero los proyectos que realmente pueden lograrlo son muy pocos.
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WalletAnxietyPatient
· hace9h
Mantener el poder o cederlo, en realidad, depende de quién confíe más en quién.
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DeepRabbitHole
· hace9h
En realidad, sigue siendo un problema de confianza; bajo la bandera del código abierto, también hay bastantes estafas y suplantaciones.
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MEVEye
· hace9h
Otra vez, esta narrativa de "defensa vs ataque" suena inteligente, pero en realidad es el equipo del proyecto justificándose a sí mismo.
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memecoin_therapy
· hace9h
La cuestión de código abierto y protección de IP no es realmente blanco o negro, la prevención de fraudes es realmente importante
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SeasonedInvestor
· hace9h
Es como si gritaran apertura de código y al mismo tiempo quisieran hacer dinero fácil, ya está escrito en sus caras.
Últimamente, en el mundo de las criptomonedas, las discusiones están en auge: un protocolo líder ha demandado a varios equipos de bifurcación por disputas sobre derechos de autor del código. La opinión pública se ha dividido rápidamente en dos bandos: uno que clama "el espíritu de código abierto no puede morir", y otro que dice "también hay que proteger la propiedad intelectual". Pero en el fondo, esta disputa oculta un problema aún más profundo: en el mundo de Web3, que valora la descentralización, ¿deberían los proyectos ceder poder o mantenerlo en sus manos?
Hoy, desde otra perspectiva, aquellos proyectos que manejan bien esta cuestión —como algunos protocolos de oráculos— no optan ni por un control férreo ni por una libertad total, sino que diseñan un conjunto de estrategias en torno a un objetivo final: la "credibilidad".
**La doble cara de la propiedad intelectual**
En el comercio tradicional, la propiedad intelectual suele usarse como arma ofensiva: monopolizar el mercado, crear barreras, cobrar tarifas de licencia exorbitantes. Pero en el ecosistema de Web3, que enfatiza la descentralización y la confianza neutral, esa lógica tiene problemas.
Imagina: si el algoritmo central y la marca de una red de oráculos estuvieran completamente controlados por una sola empresa, ¿qué valor tendría esa supuesta "descentralización" y "resistencia a la manipulación"? El control centralizado de la propiedad intelectual podría convertirse en el mayor punto único de fallo en todo el sistema descentralizado — y eso es irónico.
**Usar un escudo, no una lanza**
Mirando cómo manejan los proyectos líderes esta cuestión, la estrategia es clara: la primera prioridad en la protección de la propiedad intelectual es la "defensa". Específicamente, se trata de:
Prevenir el uso indebido y el fraude de la marca. Personas que suplantan, alteran productos, o incluso usan el nombre para estafar a los usuarios, deben ser detenidas. Proteger la integridad de la marca, asegurando que la información que reciben los usuarios sea precisa, clara y no haya sido manipulada.
Esto no es una forma de monopolio, sino una medida necesaria para mantener la confianza en el ecosistema. Esa es la gran diferencia.