La historia del dinero, del Fiat a las criptomonedas

¿Qué es el dinero?

El dinero ha sido siempre la piedra angular de nuestra civilización. En su esencia, es un método para almacenar valor y facilitar el intercambio de bienes y servicios entre personas.

Fundamentalmente, el dinero es una unidad de cuenta que ha evolucionado desde simples objetos de trueque hasta las criptomonedas actuales. Hoy, el dinero en forma de moneda fiduciaria la emiten los bancos centrales, esos mismos que controlan nuestras economías a su antojo.

Las monedas actuales son principalmente digitales, lo que refuerza la idea de que el dinero es, al final, una construcción social. Una ficción compartida que hemos creado para facilitar el comercio, pero que depende totalmente de nuestra confianza colectiva.

Y aquí está el quid de la cuestión: si el dinero depende de la confianza, no tiene valor intrínseco. ¡Qué conveniente para los gobiernos! Solo el reconocimiento de las personas determina su valor. Un ejemplo fascinante es el sistema de "piedras rai" en la isla de Yap, donde la propiedad se transfiere mediante tradición oral, sin mover las piedras.

El dinero es producto del sistema político, y los Estados y bancos centrales tienen el poder de regularlo y crearlo. Controlan la cantidad en circulación y pueden acuñar nuevas monedas cuando les plazca. ¿Y quién sufre las consecuencias? Nosotros, por supuesto.

A pesar de que nos venden la idea de que el dinero es escaso y limitado, fenómenos como la inflación y la hiperinflación demuestran lo contrario. Nuestro dinero pierde valor constantemente mientras los poderosos siguen imprimiendo más.

La evolución del dinero

El dinero ha evolucionado desde simples objetos de trueque hasta sofisticados sistemas digitales. Con la expansión de los asentamientos humanos tras la Revolución Agrícola, surgieron conceptos como economía y comercio.

Las primeras monedas metálicas fueron herramientas cruciales para el desarrollo de estructuras políticas centralizadas. Permitieron a los gobernantes construir burocracias y ejércitos para mantener control sobre grandes territorios. También facilitaron el comercio, llevando a mayor riqueza y crecimiento económico.

En los inicios de la banca, los orfebres guardaban oro y emitían recibos que se usaban como forma de pago. Estos evolucionaron rápidamente hasta convertirse en papel moneda.

Hasta hace unos 50 años, el dinero era solo algo físico. Ahora, las monedas fiduciarias digitales son la principal forma de intercambio de valor. Están respaldadas por gobiernos y bancos centrales, y su valor se basa en la confianza que tenemos en estas instituciones (o la que nos obligan a tener).

Lo peor es que los gobiernos pueden manipular el valor de la moneda fiduciaria a través de políticas monetarias como imprimir más dinero o aumentar las tasas de interés. Y nosotros no podemos hacer nada al respecto.

Las monedas fiduciarias actuales no están respaldadas por mercancías como el oro. No son convertibles y no pueden intercambiarse por bienes porque no tienen valor intrínseco.

Afortunadamente, el dinero está asumiendo nuevas formas en la era digital: pagos móviles, servicios bancarios online y criptomonedas. El Bitcoin surgió en 2008 como un desafío al sistema monetario fiduciario, ofreciéndonos una alternativa al control gubernamental.

El patrón oro: lo que nos arrebataron

Hasta 1971, muchos países seguían el patrón oro, donde el valor de la moneda estaba vinculado al oro. El abandono de este sistema fue un golpe maestro del establishment financiero.

Desde entonces, el valor del dólar ha caído más del 95%. En 1971, el oro valía 35 dólares la onza; hoy, casi 2.100 dólares. Esta diferencia representa una pérdida sustancial en nuestro poder adquisitivo.

Este cambio generó mayor volatilidad cambiaria y falta de disciplina fiscal entre los gobiernos, conduciendo a inestabilidad económica y presiones inflacionarias. La abolición del patrón oro resultó en una transferencia del poder económico de los Estados a los mercados, pero también perjudicó desproporcionadamente a las clases media y baja.

Algunos defensores del sistema actual argumentan que el abandono del patrón oro permitió un sistema financiero más flexible. Pero, ¿a qué precio? La estabilidad económica se sacrificó por la conveniencia política.

Sistema de trueque vs. sistema monetario

Un sistema de trueque es descentralizado, mientras que un sistema monetario es centralizado y utiliza dinero como medio de intercambio. Ambos son ficciones compartidas creadas por humanos para facilitar el comercio.

En el trueque, los bienes y servicios se intercambian directamente. Era común en las primeras civilizaciones antes de que los gobiernos impusieran el dinero.

El sistema monetario actual proporciona una medida estándar de valor, pero es vulnerable debido a su naturaleza centralizada. Requiere un libro mayor central susceptible a la censura y no permite transacciones anónimas (excepto con efectivo).

Las criptomonedas ofrecen ventajas sobre ambos sistemas: están abiertas a cualquiera, permiten transacciones rápidas entre pares sin confianza y ofrecen mejores sistemas de seguridad y privacidad.

La política monetaria y la inflación: cómo nos roban

Los bancos centrales manipulan la oferta monetaria y las tasas de interés supuestamente para lograr objetivos económicos específicos. Si establecen tasas bajas, crean presiones inflacionarias; si las suben, pueden llevar a deflación y crecimiento económico más lento.

Cuando imprimen dinero mediante la flexibilización cuantitativa, provocan inflación o incluso hiperinflación. Esto significa que los precios suben rápidamente y necesitamos cada vez más dinero para comprar bienes esenciales.

Ahora también están explorando las monedas digitales de banco central (CBDC) como herramienta de política monetaria. Con ellas, podrían imponer límites a la cantidad de dinero que podemos tener o gastar. Un control total sobre nuestras finanzas.

Criptomonedas: ¿inflacionarias o deflacionarias?

Las criptomonedas pueden ser inflacionarias o deflacionarias según su diseño. Si una criptomoneda tiene una oferta fija, tiende a ser deflacionaria porque su valor puede aumentar con el tiempo si la demanda crece.

Los tokens deflacionarios incentivan la retención y reducen el gasto, llevando a mayor escasez y adopción más rápida como reserva de valor. Esto resulta en un aumento gradual del poder adquisitivo y sirve como barrera contra presiones inflacionarias externas.

Si una criptomoneda tiene oferta variable, puede volverse inflacionaria o deflacionaria según la rapidez con que se creen nuevas monedas. Los tokens inflacionarios estimulan el consumo y desalientan el atesoramiento, facilitando su adopción como medio de intercambio.

Bitcoin se considera inflacionario debido a la minería constante, pero con el tiempo, medidas deflacionarias como el halving disminuirán el impacto de la inflación.

El futuro del dinero

Estamos en una era tecnológica que está transformando radicalmente el concepto de dinero. Con el auge de las criptomonedas y carteras digitales, las monedas evolucionan hacia formas más descentralizadas y abiertas.

Sin embargo, el destino de los países está estrechamente ligado al futuro del dinero. Los gobiernos seguirán intentando establecer una gobernanza centralizada y reglas vinculantes para el uso de la moneda. No entregarán su poder fácilmente.

Desde la abolición del patrón oro, ha quedado claro que el valor de las monedas fiduciarias puede verse socavado por la inflación y políticas monetarias laxas. El uso del efectivo seguirá disminuyendo, con muchos países avanzando hacia sociedades sin efectivo, con o sin CBDCs.

Esta evolución tiene implicaciones significativas para nuestra privacidad, seguridad y la desigualdad económica. Pueden surgir nuevas formas de regulación para garantizar la seguridad individual, o quizás un nuevo sistema monetario reemplace al existente.

El tiempo dirá si las criptomonedas, junto con Web3 y DeFi, traerán una disociación completa entre dinero y poder institucional. Una economía verdaderamente sin confianza y transparente está al alcance, pero la lucha por el control del dinero apenas comienza.

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